Si escuchas "arte digital" hoy, probablemente piensas en NFTs, Instagram, ilustradores con tabletas gráficas. Como si todo esto hubiera empezado hace cinco años.
Pero la verdad es que el arte digital lleva más de seis décadas existiendo. Lo que pasa es que recién ahora, con los NFTs y las redes sociales, se volvió visible para el gran público.
Antes de eso, ya había artistas trabajando con computadoras, creando obras, exponiendo en galerías, explorando qué se podía hacer cuando el arte se encontraba con la tecnología.
Esta es esa historia. Y vale la pena conocerla.
Los años 60: cuando todo empezó (literalmente)
En 1965, el artista alemán Georg Nees hizo algo que nadie había hecho antes: realizó la primera exposición de arte creado con una computadora. No estamos hablando de dibujos digitales como los conocemos hoy. Estamos hablando de algoritmos matemáticos que generaban patrones geométricos, impresos en papel con un plotter (una máquina que dibuja líneas siguiendo instrucciones de una computadora).
Fue raro. Fue polémico. Muchos dijeron que eso no era arte.
Pero no estaba solo. En esa misma década, artistas como Frieder Nake, Vera Molnár, Michael Noll y Charles Csuri también estaban experimentando con computadoras. No eran diseñadores gráficos ni ingenieros jugando con máquinas. Eran artistas con formación en bellas artes que vieron en la computadora una nueva herramienta para crear.
Vera Molnár, por ejemplo, empezó haciendo "arte algorítmico" a mano en los años 50, antes de tener acceso a una computadora. Escribía instrucciones matemáticas y las seguía para crear composiciones geométricas. Cuando finalmente pudo usar una computadora en 1968, simplemente llevó ese proceso al siguiente nivel.
Hoy, a sus 100 años (falleció en 2023), es considerada una de las pioneras del arte digital y sus obras se exhiben en museos de todo el mundo.
Los años 70-80: cuando los artistas aprendieron a programar
Durante los años 70, algo cambió. Los artistas dejaron de depender de ingenieros y científicos para usar las computadoras. Empezaron a aprender programación por su cuenta.
Harold Cohen, un pintor británico reconocido, creó AARON: un programa de computadora capaz de generar pinturas de forma autónoma. No era un software de diseño que el artista controlaba. Era un sistema que tomaba decisiones creativas por sí mismo, basado en reglas que Cohen le había enseñado.
AARON siguió evolucionando durante décadas. Cohen trabajó con ese programa hasta su muerte en 2016. Y la pregunta que su obra planteaba sigue vigente: ¿puede una máquina crear arte?
En esa misma época, Manfred Mohr, artista alemán radicado en Nueva York, empezó a trabajar con el cubo como elemento central de sus obras algorítmicas. Sus composiciones generadas por computadora se exhibieron en galerías de arte contemporáneo, no en ferias de tecnología.
Esto es importante: desde el principio, el arte digital no fue solo un experimento técnico. Fue arte, con todas las implicaciones que eso tiene.
Los años 90-2000: la era de internet y el software accesible
Con la llegada de internet y software más accesible (Photoshop, Illustrator, herramientas 3D), el arte digital se expandió. Ya no necesitabas ser programador. Cualquier artista con una computadora y tiempo podía empezar a crear.
Pero había un problema: la legitimidad.
Las galerías tradicionales no tomaban en serio el arte digital. Los museos no sabían cómo exhibir algo que vivía en una pantalla. Los coleccionistas no entendían cómo comprar algo que podía copiarse infinitamente.
Durante décadas, el arte digital existió en un limbo: había artistas talentosos, obras increíbles, comunidades activas... pero no había mercado real. No había forma de certificar propiedad, de limitar ediciones, de hacer que una obra digital tuviera el mismo valor que una física.
Eso cambió con los NFTs.
2020 en adelante: el momento en que todos se dieron cuenta
En 2021, la obra "Everydays: The First 5000 Days" del artista digital Beeple se vendió en Christie's por 69 millones de dólares. Fue la tercera obra más cara vendida por un artista vivo, después de Jeff Koons y David Hockney.
De repente, todo el mundo estaba hablando de arte digital.
Pero acá está el punto: Beeple llevaba 14 años publicando una obra nueva cada día. Antes de esa venta millonaria, ya había creado más de 5,000 piezas. No apareció de la nada. Lo que apareció fue la tecnología (NFTs) que finalmente permitía certificar y vender arte digital de forma legítima.
Los NFTs no inventaron el arte digital. Solo le dieron al arte digital algo que siempre le faltó: un certificado de autenticidad que no se pudiera falsificar.
¿Por qué nadie sabía esto?
Porque el arte digital vivió décadas en un espacio marginal. Se exhibía en festivales de arte electrónico, en galerías especializadas, en espacios académicos. Pero no en los grandes museos, no en las subastas importantes, no en las galerías tradicionales.
No era por falta de calidad. Era por falta de infraestructura.
Hoy, esa infraestructura existe. Las galerías digitales tienen sistemas de certificación. Los coleccionistas pueden comprar, vender y exhibir arte digital con la misma legitimidad que el arte tradicional. Los museos están empezando a incorporar obras digitales a sus colecciones permanentes.
El arte digital no es nuevo. Lo que es nuevo es la posibilidad de tratarlo como lo que siempre fue: arte.
¿Por qué importa conocer esta historia?
Porque cuando entiendes que el arte digital tiene seis décadas de historia, dejás de verlo como una moda pasajera.
No es algo que inventaron los millennials para hacer dinero rápido. Es una disciplina artística con pioneros, con movimientos, con evolución, con obras que ya están en museos.
Si alguna vez dudaste de si el arte digital era "arte de verdad", esta es tu respuesta: lleva más de 60 años siendo arte. Solo que recién ahora tiene la infraestructura para que más gente pueda acceder a él, coleccionarlo y valorarlo como se merece.
Los pioneros siguen vivos (algunos)
Vera Molnár falleció en 2023 a los 99 años, pero alcanzó a ver cómo su trabajo cobraba un reconocimiento masivo que nunca tuvo en sus primeras décadas.
Manfred Mohr sigue exhibiendo y vendiendo obra hoy.
Frieder Nake, ahora de más de 80 años, sigue activo en el mundo del arte digital.
Estos artistas no son "influencers digitales". Son pioneros de un medio que se anticipó décadas a su propio mercado.
Y ahora, por primera vez, ese mercado existe.
Entonces, ¿qué es el arte digital?
No es una moda. Es una historia de más de 60 años de artistas explorando qué pasa cuando el arte se encuentra con la tecnología.
Es Vera Molnár programando cuadrados en los años 60.
Es Harold Cohen enseñándole a una máquina a pintar en los 70.
Es Manfred Mohr convirtiendo el cubo en poesía visual en los 80.
Es Beeple creando una obra nueva cada día durante 14 años.
Y también es el artista colombiano que hoy sube su ilustración a una galería digital, sabiendo que ahora sí existe una forma de que su trabajo sea coleccionable, certificado, valorado.
El arte digital no empezó ayer. Solo que recién ahora todos nos dimos cuenta de que siempre estuvo acá.
Contribuir al Arte es Honrar el Alma Humana